¿Cómo curar esa diversidad que tanto daño nos hace?
Después de más de 35 años visitando cárceles y chopanos (tugurios donde se refugian los que no tienen techo) y acogiendo en nuestra casa-comunidad a tantísimas personas que nos llegan, bien por circunstancias de la vida, bien por orden de la “Justicia” para acabar de cumplir su condena, bien porque buscan alternativas a una vida que no les satisface y quieren crecer como personas… si tuviera que sintetizar mucho (dejando a un lado los encuentros personales que sin duda es lo más importante) lo aprendido en estos años diría:
- Que hemos sido bendecidos con una gracia extraordinaria: convivir con gente de todos los colores y continentes, de muy diferentes culturas, religiones y caracteres.
Esto nos ha hecho conscientes de la increíble riqueza que contiene la diversidad humana cuando es aceptada como tal.
- Que hemos visto la necesidad de reconfigurar nuestra mente y actitudes para acoger y aceptar esa diversidad. (También nos hemos visto obligados a rechazar a algunos… y ese fracaso lo llevamos a cuestas).
Ello nos ha llevado a agrandar y universalizar nuestras creencias y convicciones, nuestra manera de ver y estar en el mundo, nuestra manera de afrontar la realidad de cada día.
- Que en esta convivencia diaria hemos experimentado otra muy diferente diversidad también humana: la de las taras, enfermedades, daños y retorceduras que el ser humano puede llevar dentro de sí y arrastra y expande por donde quiera que vaya.
Ello nos ha hecho más conscientes de nuestra incapacidad y falta de preparación para hacer frente a esta diversidad insana que contamina nuestra biosfera y nuestra humanidad. Y nos obliga a estar, por pura necesidad, en sintonía con El que nos regaló la tarea.
- Que necesitamos cada vez más personas que se preparen para luchar contra esta contaminación humana que tanto daño causa y que tan escasa reacción provoca; como si fuera algo inevitable. ¡Cuán importante es una educación (no teórica, ¡por favor!) desde pequeños, en los límites y privilegios del ser humano!
Esta lucha creemos que tiene que ser desde la convivencia y la fraternidad; no desde la distancia y desnivel que marcan las instituciones y la profesionalidad.
- Que hemos aprendido en todos estos años diversos caminos y maneras de afrontar estas dos diversidades, la rica y la insana; pero esto sería muy largo de explicar. Baste por ahora apuntar que por encima de las teorías y los métodos es preciso poseer y desarrollar una experiencia vital de reciprocidad y confianza ya que todos somos vasos comunicantes que aportamos y recibimos sin cesar. Pero en cada uno de estos vasos hay muy diferentes niveles, desde la superficie hasta la profundidad. Y en estos niveles hay mucha diferencia entre la salud y la enfermedad, sean éstas física, mental, espiritual o social.
- Que seguimos aprendiendo (y lo que nos falta todavía) el arte de descubrir y utilizar correctamente los recursos sanadores sorprendentes que tiene una espiritualidad auténticamente universal que toda persona lleva dentro; aunque muchas veces ignora.
RESUMIENDO: que desde la convivencia real, (no sólo desde la observación, el diagnóstico o la terapia) y la implicación personal, tenemos más fácil acceso al conocimiento y también a la sanación de la diversidad humana, sea ésta enriquecida o contaminada.
Si quieres compartir tus inquietudes, búsquedas, conocimiento y experiencias en esta tarea tan necesaria y difícil para que todos sigamos aprendiendo… puedes ponerte en contacto con nosotros.